Ya en esa zona, distinta a la de Miraflores, se comienza a ver los edificios públicos de distintas reparticiones, el palacio de justicia uno de ellos que se erige ante uno de los tantos espacios verdes de esta ciudad.
Y así se llega a la Plaza de Armas, donde en su derredor está la historia viva de Lima, su majestuosa e imponente Catedral, sobre otro de los lados de esta plaza la Casa de Gobierno con su guardia presidencial, sobre otro de los laterales edificios históricos que albergan distintas reparticiones el Club de La Unión, de recatada concurrencia.
Dejando atrás la Plaza de Armas, se entra en una zona peatonal donde la mercancía que se busque está, desde calzados, ropa, comida típica o la música característica de este lugar.
Sus edificios de construcción muy antigua, y con el rastro del paso del tiempo en sus paredes muestra una Lima histórica y con un heterogéneo grupo de paseantes, y con los idiomas más diversos con sus olores propios de la zona y sus productos.
La feria gastronómica se erige en el final de esta peatonal donde desde los dulces más elaborados a los famosos “anticuchos” (broché de corazón bien condimentado), hasta un pato con arroz, se puede degustar, mientras la música tropical gana el espacio colmado de gente.
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