Doce meses pasaron de la peor catástrofe en la historia
de Rosario y persiste una certeza: ni las víctimas -entre ellas la jóven
rosense Estefanía Magáz- ni su memoria merecen la más mínima posibilidad de
consolidar la impunidad.
Desde hace un año, a muchos argentinos los surca una
cicatriz en Salta al 2100. Y una veintena de familias viene soportando, como
puede, el dolor. Un sentimiento que el paso del tiempo suele intensificar
cuando las respuestas no llegan. Palabras de Jorge Magáz, padre de Estefanía.
Frente a un
inesperado desgajamiento de la sociedad, el riesgo de incurrir en el olvido
únicamente puede ser exorcizado con justicia y memoria.
Porque desde un principio hubo una cadena de
irresponsabilidades y porque las investigaciones todavía en marcha en
Tribunales deben avanzar sobre los que actuaron con impericia, al igual que
aquellos que, en su momento, no repararon en la potencialidad del problema que
existía en el complejo habitacional que demolió el estallido.
También porque el desastre consumado el 6 de agosto de
2013 tiene que haber forzado un replanteo en todos los niveles (público y
privado) respecto de los protocolos de seguridad y control a seguir. El costo
pagado por las advertencias que se ignoraron poco antes de la devastadora
explosión es muy elevado.
Sólo entonces habrá algo de paz entre los que continúan
de pie frente a ese espacio cargado de ausencias: Salta 2141.

"Sobrellevamos esta situación porque entiendo que el
combustible de la vida me lo está dando Estefanía, desde algún lugar y no solo
a mí, sino a sus hermanos y su madre", continuó. "Espero que la
Justicia cumpla su función, se comprometa con las víctimas y no tengan temor a
dar un fallo ejemplar con aquellos que produjeron 22 muertes evitables."
Declaraciones de Jorge Magaz a Renacer Regional
No hay comentarios:
Publicar un comentario